Este es un mandamiento del Señor hacia su pueblo, a aquel pueblo que redimió con su sangre preciosa. Todos los hijos de Dios están obligados a cumplir este mandamiento.
El ser
bueno con otra persona implica que si es necesario proveer de algún bien material a mi prójimo para cubrir una necesidad debo hacerlo, debemos aprender a desprendernos de cosas materiales que no nos servirán para la eternidad, sin embargo, para muchos de nosotros es muy difícil hacerlo, porque tenemos muy arraigados a nosotros las riquezas o los bienes materiales que poseemos.
Nos manda ser
misericordiosos, es decir, no pagar mal por mal a nadie y si alguien nos debe dinero y no puede pagarnos, nuestro deber es hacer misericordia con esas personas.
El Señor recurre a lo que el hizo por nosotros para enseñarnos de que manera debemos
perdonar
a los demás; no importa cuantas veces nos hayan herido, o cuantas veces nos hayan fallado, el Señor dice que así como él perdonó nuestra inmundicia y nos limpió; así también, nosotros debemos hacer con los que requieren de nuestro perdón.